Los altocúmulos son nubes medias que están formadas por bancos, mantos o capa de nubes blancas o grises, o a la vez blancas y grises, que tienen, en general forma algodonada.
Están compuestos de losetas, guijarros, rodillos, etc., de aspecto, a veces, parcialmente fibroso o difuso, aglomerados o no. Forman el popular «cielo empedrado» y se encuentran a alturas comprendidas entre los 3.000 y 4.000 metros.
¿Cómo se forman?
La formación de altocúmulos ocurre cuando masas de aire caliente se elevan en un entorno de aire más frío, lo que provoca la condensación del vapor de agua presente en el aire.
Este proceso es común en situaciones donde el aire cálido y húmedo es impulsado hacia arriba por frentes meteorológicos o por el calentamiento diurno de la superficie terrestre.
Tipos de altocúmulos
Existen varios tipos de altocúmulos, cada uno con características distintivas:
– Castellanus: Son indicativos de inestabilidad atmosférica y pueden preceder a tormentas.
– Lenticularis: Tienen forma de lente y se forman en condiciones de viento fuerte sobre montañas.
– Stratiformis: Se extienden en capas uniformes, a menudo cubriendo grandes áreas del cielo.
Importancia meteorológica
Los altocúmulos son especialmente significativos para los meteorólogos porque pueden señalar la aproximación de un frente cálido o ser un precursor de condiciones meteorológicas más severas, como tormentas.
La presencia de altocúmulos castellanus, en particular, es a menudo un indicio de que la atmósfera está lo suficientemente inestable como para soportar tormentas con relámpagos más tarde.
Cómo identificar los altocúmulos
Identificar los altocúmulos es relativamente sencillo. Busca nubes con los siguientes rasgos:
- Altura media.
- Estructura en parches o capas.
- No demasiado densas, permitiendo que la luz del sol se filtre a través de ellas.
Estas características los distinguen de otras nubes medias, como los estratocúmulos, que son más densos y continuos.